viernes, 14 de junio de 2013

Pintura japonesa: el movimiento rinpa, IV

La pintura japonesa de estilo rinpa, Sakai Hōitsu
Después de los tres artículos anteriores, con este daré por finalizada la serie sobre pintura japonesa rinpa, aunque reconozco que nunca se debe decir “de esta agua no beberé”.

Sakai Hōitsu (1761-1828)
El último exponente del movimiento rinpa fue Sakai Hōitsu, quien ya desde muy joven estudió en el taller Kanō interesándose por el arte chino, la pintura monocroma e incluso el ukiyo-e; hasta que finalmente descubrió el estilo rinpa. Su admiración por Kōrin, le hizo publicar en 1815, año del centenario del fallecimiento de este, una selección de cien obras de Ogata. Sus investigaciones sobre las fuentes de inspiración y técnicas de Kōrin no solo lo convirtieron en un verdadero especialista que no dudó en realizar copias de obras de artistas rinpa, sino que hicieron de sus libros una importante fuente de datos e informaciones que de otro modo se hubieran perdido.

Sakai Hōitsu: Hierbas, flores y arbustos
de otoño y verano. Periodo Edo.
Color y plata sobre papel, 164,5x181,8 cm.
Museo Nacional de Tokio.
Foto: Wikimedia Commons.
Sakai Hōitsu: Hierbas, flores y arbustos
de otoño y verano. Periodo Edo.
Color y plata sobre papel, 164,5x181,8 cm.
Museo Nacional de Tokio.
Foto: Wikimedia Commons.

En la pareja de biombos Hierbas, flores y arbustos de otoño y verano, en vez de oro, Sakai emplea un fondo plateado, mucho más adecuado para un ambiente otoñal que el dorado. En esta obra, como en todas las del movimiento rinpa, no existe ninguna pretensión simbólica, ni siquiera narrativa. Las plantas se muestran en su sencilla cotidianeidad, solo tienen valor decorativo, son bellas en sí mismas, nada más. El arroyo que aparece por una esquina, a pesar de su límpido color azul, recuerda el del biombo de Atami de Kōrin por el empleo de sus característicos trazos ondulados. El viento y la lluvia azotan los tallos y flores que apenas aparecen por la zona inferior de los biombos. Sakai utiliza solo tres tonos, el verde para las hojas, el blanco para las flores del verano y el siena para las del otoño, pero esta vez, a diferencia de Kōrin, las hace destacar sobre un fondo plateado.

El arte rinpa, junto con el ukiyo-e fueron las formas pictóricas más representativas del espíritu que se respiraba en el periodo Edo. En esos años, comerciantes y artesanos comenzaron su escalada social desbancando poco a poco a los antiguos samurai, forzados a reciclarse en labores burocráticas. Como consecuencia de ese cambio social, el arte ya no podía ser el mismo.

Las pinturas de plantas y animales gigantescos que casi atiborraban las lujosas mansiones de los grandes señores feudales del periodo Momoyama, resultaban extrañas para una incipiente clase media que tenía gustos opuestos a los de aquéllos. Los manejables biombos de dos paneles, los shikishi con cortos poemas y, cómo no, el ukiyo-e eran los formatos preferidos por la efervescente población urbana que crecía en las grandes ciudades.

La popularidad del rinpa y el ukiyo-e radicaba precisamente en su decorativismo y en su componente lúdica. Dos conceptos que siglos más tarde siguen estando presentes en el arte de masas de nuestros días. Pero esta es otra cuestión que prometo no tardar mucho en comentar: el arte moderno japonés aparecido a partir de 1945, y también el de los más jóvenes creadores actuales. Solo necesito un poco de tiempo.

Lo que sí puedo adelantar es que la semana próxima iniciaré una serie de varios artículos dedicados a los jardines japoneses.

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